Soy una mujer; de sangre fiel,
también violenta, de fuerza férrea,
que no espera, de suerte buena ni dulce azar,
que ya vendrán.
Y si en camino, a donde voy;
encuentro fieras, de astuta lengua,
que bien deseen, matar sin tregua, no dejaré, no dejaré.
Cuando los mares, lleven vehementes
toda memoria de nuestras guerras,
espero me recuerdes bien y que tu sangre siga fiel;
espero me recuerdes bien y que mi voz, no cante...
¿En dónde estás?
Es mi mano firme quien impedirá;
que aquellas fauces prueben siquiera,
restos de aquel canto, restos de una historia,
que yo habré de guardar en bien.
Y es mi pecho quien embestirá;
con voz hercúlea y ciega rabia,
a quien intente mover siquiera el rumbo que,
yo seguiré.
Cuando las tierras y los volcanes broten dementes y todo pase,
espero que aún me puedas ver y
que tu sangre siga en pie,
espero que aún me puedas ver y
que tu voz, no cante...
¿En dónde estás?
Coyoli
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